Cuentos de adolescentes


"Cosas de hombres": 
 Los fines de semana mi pandilla acudía temprano al río era 
nuestra cita preferida. No había otra. Ni aparatos, 
ni cine, ni teatros.El poblado siempre 
tuvo como decía mi abuela "lo que tenía que tener".
Iglesia, escuela, comercio, puesto de socorro médico,
panadería y taller donde se arreglaba todo desde las
cacerolas hasta los zapatos.

Un sábado temprano fuimos llegando unos tras otros al 
río no muy distantes en tiempo, pudiera hasta decir que
llegamos juntos y separados.
Lo raro para mi el último en llegar aquel día, es que 
nadie se había tirado al río, no se escuchaba ni la
contagiosa risa de mi único amigo Alejandro.
 
Sin embargo todos estaban, incluso él.
Asombrado me uní al grupo intrigado en lo que
llamaba tan absortos su atención.
 
Quedé helado, acostada en el agua estaba ella ajena a
nosotros, parecía dormida o muerta. Flotaba en las
quietas y frías aguas de nuestro río.
 
Aunque su cuerpo desnudo llamaba la atención de
todos a mí me deslumbraba su rostro, los ojos abiertos
dejaban ver un azul más fuerte que nunca y aquella
nariz tan afilada como no debía ser. Desde ahí 
comencé a mirarla lentamente.

El pelo rizado flotaba como despegado de su cabeza,
los brazos y las piernas abiertas daban la sensación de
que aquel cuerpo había sido abandonado allí a su 
suerte. La boca abierta sonriente como nunca la había
visto dejaba ver unos dientes parejos intensamente
blancos que contrastaban con su negra piel. Imaginé
una talla de ébano  marfil. Ella era perfecta.

Yo acababa de cumplir 14 años nunca antes había
visto una mujer desnuda, creo que mis amigos
tampoco. Así que imagino que lo que sentí lo sentían
todos y que eso era precisamente lo que nos había 
dejado paralizados.

Un fuerte movimiento entre las piernas provocó que 
se abultaran los pantalones, tenía la sensación de tanto
calor dentro de mí como si una hoguera quemara mi
cuerpo. Me dejé llevar por la emoción y sentí como mi
mano derecha se movía entre mi ropa buscando mi
pene. Sin pensarlo me acariciaba. Todo a mi alrededor
giraba, floté en aquellas aguas junto a aquel cuerpo sin
entrar al río. Sin embargo comencé a temblar, mi cuerpo
tenía fuertes espasmos. Perdí el control de mi voluntad
desde muy dentro de mí brotaba un manantial. El 
torrente de aquella eyaculación me hizo reaccionar.
Despacio revisé mi cuerpo y me atreví a mirar a mis
amigos temeroso de que ellos me estuviesen 
observando a mí.

 

Un beso adolescente aún:

En mi grupo hay más varones que niñas, es bastante difícil encontrar una para cada uno, mi amigo Alejandro ha sido novio de cinco de ellas dejando menos opciones a los demás, porque todas quedan con ganas de seguir siendo novias de él. Es el más grande de la clase.

La abuela trata de hablarme de estos temas pero a mí me da pena conversar con ella a fin de cuentas ¡es mi abuela!

Siempre empieza igual, da un rodeo con eso de que ya soy grande, pronto me haré hombre y sigue con la insistente pregunta:

_ ¿...tienes novia?_.

Trato de evitar su mirada porque pienso que no es tema para hablar con ella, quizás si mi padre estuviera pudiera decirle a él lo que me está pasando. Pero con la abuela, ni hablar. Es mujer.

Cada día al acostarme pienso lo mismo, esa chica me gusta mucho pero no me atrevo a decírselo porque soy tímido. Puede que si se lo pido no me entienda, no quiera, o no le guste tanto como imagino.

Mis amigos esperan ansiosos que me decida, sobre todo Alejandro .

En las noches nos encontramos el grupo en el taller de Ramón el mecánico de mi pueblo. Allí Alejandro siempre cuenta sus hazañas sobre el tema.

Hoy llegó preguntándonos quién sabe besar. El sabe porque va por cinco novias cuando los demás, no hemos comenzado por eso cuenta cómo dar un beso.

Parece complicado por lo que narra.

_Un beso_ dice Alejandro_ no es cosa sencilla hay que unir los labios y estirar la lengua dentro de la boca de tu chica saboreando hasta quedarse sin aire_.

Todos nos miramos esperando que alguno más, contara su experiencia en el tema, sin embargo poco a poco bajamos la cabeza al suelo avergonzados nadie a probado un beso, solo Alejandro.

Cuando pienso en esto se me erizan los pelos, como dice mi abuela, ya tengo 14 años y aún no tengo novia.

Me he propuesto aprender para que nadie se confunda, quiero ser hombre, tener novia y saber besar.

Manolo no se cansa de pedir a Alejandro que cuente otra vez cómo se besa y este aunque se da toda la importancia del mundo escenifica lo que ya me sé de memoria pero no me atrevo a practicar.

Así que siempre que veo a Sonia me repito la clase de mi amigo, tanto lo hago que al estar frente a ella quedo sin palabras solo vago en recuerdos sobre eso de quedarse sin aire y mover la lengua por toda su boca.

He pensado que como Sonia es quien más me gusta de la clase, podría practicar con otras porque con las muñecas de mi hermana ya lo hice sin resultados. No abren la boca.

He pensado en Vivían, la prima de Alejandro que viene en las vacaciones todos los años, seguro como vive en la ciudad no será tímida. Abrirá la boca y me dejará pasear la lengua como me enseñó Alejandro.

II.-

Falta un día para la llegada de Vivían ¡tiene unas caderas! se mueve como las olas, de un lado a otro con esos pantalones apretados sobre los que lleva blusas de gran escote en los que enseña la mitad de sus grandes tetas.
Eso, Vivían es la perfecta para ensayar el beso. Solo hay que esperar, mirarla fijo a los ojos y decirle me gustas mucho. Caerá.

Me pierdo entre sus brazos rodeo su cintura, mis manos se deslizaban por sus nalgas y suben sin control hasta sus pechos. Mi boca recorre su cara loco por atreverme a besar temeroso al mismo tiempo de ahogarme.

Siento sus manos buscando entre mis piernas al mismo tiempo que lo que busca crece enormemente y se endurece, la dejo que haga casi me olvido del beso porque algo me urge a que ella encuentre lo que sabemos busca.

Sus manos se mueven muy despacio, no tengo tiempo de pensar en nada, ni en las demostraciones de Alejandro.

Escucho lejos a mi abuela. Qué dice, me pregunto pero no quiero entender, me siento bien, muy bien.

Me pierdo en el deseo el cuerpo me arde, la cabeza quiere explotar, cierro los ojos como hacen en las pelis, dejo que mi cuerpo flote una sensación nueva me invade diferente a la de cada día antes de bañarme. No estoy solo Vivían está conmigo.

La dejo hacer, sabe hacer es una niña de ciudad, me aprisiona con las dos manos mis partes mientras jadea, solo atino a mover mis manos en su cintura, pasear mis labios por sus grandes pechos. Me inclino un poco listo para subirme sobre ella y hacer lo que espera de mí. Ella con voz desesperada me pide que le bese, decidido coloco mis labios en los suyos cuando.... alguien me habla al oído, es la abuela. No puedo creerlo con nitidez la escucho decir:

_ el preservativo Raúl, olvidaste ponerte el preservativo, hijo_.

No llego a su boca, algo me sacude bruscamente, no hay rastro de Vivían estoy asustado el pijama lleno de un líquido viscoso, mientras escucho claramente a la abuela:


_ Raúl... levantate o llegarás tarde a la escuela _ .