agosto 18, 2012

Las sirenitas:



¿Quién dijo que soy cuentera? ¡De eso nada! Yo solo cuento lo que me cuentan. Tampoco pueden decir que soy chismosa. ¡Nooo! Ya les dije, cuento lo que me cuentan. Sin agregar puntos, ni comas. Mucho menos, palabras.
Tal y como lo dicen, lo digo.
Ahora que digo esto, recuerdo un cuento que contó mi amiga Nayi, el día que mi maestra, prometió hablar acerca del “género”.
Mi amiga no es de mi aula, porque es mayor que yo. Así que le pregunté si conocía esa palabrita, porque nada más decirla la maestra, el aula enterita se quedó como en las nubes. ¡Sin saber nada!
Nayi que es tremenda fantasiosa me contestó: __Aaah, tu maestra seguro les explicará, por qué somos diferentes pero iguales. Ahora, escucha este cuento:
Mercedes es una niña a la que le gusta jugar también con los varones y, por eso sus amigas le reprochan. Hasta se burlan de ella llamándola: “marimacha” porque igual está en los juegos de pelotas, que en el de las muñecas.
Un día en que jugaba con sus amigos en la playa se cayó a la orilla del mar, decidida comenzó a nadar, sin alejarse mucho de la orilla, es muy peligroso.
Nadando se encontró con dos Sirenitas. Una reía sin parar, mientras la otra lloraba. La niña dispuesta se acercó a la que lloraba preguntando: __Sirenita ¿Por qué lloras? La sirenita entre lágrimas le explicó que lloraba, porque amaba la diferencia.
Pero Mercedes nada entendió, así que la sirenita que reía sin parar, le explicó:
En el mar como en la tierra, hay una gran familia en la que todos son iguales pero también diferentes. Por ejemplo: el gallo y la gallina; pájaros y pájaras; conejas y conejos. Tantas diferencias que las hemos visto hasta entre las casas y los edificios, que aunque sirvan para cobijarse, no son lo mismo.
Mercedes seguía sin entender nada, por eso la sirenita miró a su amiga, que dejando de llorar protestó:
__ A ver, es muy simple ¿crees que es lo mismo ser hembra que varón? O… gato que gata. ¿No me dirás que son iguales tú mamá y tú papá?
La niña sonriendo, entendió que ellas hablaban de las diferencias de sexo. ¡Claro que entendía! si por eso sus amigas le llamaban “marimacho”. Entonces fueron las sirenitas quienes se quedaron sin entender.
Mercedes les contó, que en la tierra algunas niñas consideran que no deben jugar con los varones y a algunos de ellos, no les gusta jugar con las niñas. Hasta les llaman “el sexo débil”, por algo a lo que los adultos llaman género.
Como ella sabe, que todos somos iguales. Con los mismos derechos y deberes, no tiene diferencias para jugar con sus amigos y amigas. Juega, con quien quiere y a cualquier cosa que le pueda gustar.
La “sirenita sonriente”, como Mercedes llamó a la que ríe, quedó asombrada, pero la “sirenita llorona”, retornó a su llanto. Esta vez con más y más fuerza.
La niña intentando calmarla comenzó a alabar a las sirenas: Fíjense en ustedes son tan diferentes, que pertenecen a dos tipos de especies, son mitad humanas y mitad animal. ¡¿Vaya cosa rara la de ustedes?!
La “sirenita llorona” convirtió sus lágrimas en quejidos cada vez más fuertes. Mientras Mercedes continúo hablando de las diferencias y hasta de las semejanzas.__ Se han fijado ustedes en las jirafas, qué cosa, todas se identifican en femenino: ¡Las jirafas! Pero entre ellas, las hay hembras y también varones. Todos y todas, son tan bonitos.
También__ continúo Mercedes dando rienda suelta a su lengua__ No es lo mismo… ¡un niño que un animal! Vaya con las diferencias. Si porque siendo de especies tan diferentes, miren ustedes, pueden jugar juntos. Mi mamá y mi papá son iguales y aunque hagan las mismas tareas son diferentes, aunque como son personas, entran en la misma especie.
Fue entonces cuando la sirenita dejó de llorar. Sería, muy pero que muy seria. Algo molesta, dijo a Mercedes:
__ Sabes mucho, tanto que estoy segura podrás decirme por qué si el femenino de niño es niña; el de conejo es coneja; el de león es leona; el de papá es mamá, el de nuestra especie es… ¡Tritones!? Debiera ser sireno. Si es que somos tan iguales, aunque diferentes y estamos en la misma especie… ¡Sireno debiera ser!
Mercedes más que apenada por no saber qué responder, llena de vergüenza en voz baja contestó: __ será porque no es lo mismo, aunque sea igual. Es mejor averiguar.
Cabizbaja salió del agua llena de dudas, pero contenta de saber que al día siguiente tendría tema para conversar con su maestra. ¡Nadie mejor que ella podría ayudarla!
Mi amiga Nayi terminó el cuento tratando de adivinar lo que yo había comprendido. Por eso, “feliz como perdiz”, le contesté:
__ Gracias amiga, como Mercedes esperaré a mañana la explicación de mi maestra__
No se dijo más, me alejé a jugar pelota con un grupo de mis amigos, en los que había varones y hasta hembras.

“Cuando mi mamá lava”



_Mamá, ¿quién es la Luna? Pregunté este Domingo al levantarme, justo después de la salida del Sol.
_La Luna es un satélite de la tierra. _ dijo ella trajinando en la cocina. _ ¿Y qué significa la palabra satélite? Quise entonces saber yo.
_ Verás, imagina que estás en el cielo dando vueltas y vueltas despacito sin parar, alrededor de la tierra. Eso es un satélite, un cuerpo que gira alrededor de un planeta. Contestó mi madre mientras recogía la ropa sucia para lavar, como todos  los domingos bien temprano.
Entonces imaginé ser la Luna, y dando vueltas muy lentas pero cada vez más vueltas, caí de repente al suelo mareada  sobre el bulto de ropas, que mamá tenía ya a su lado para comenzar a lavar.
Enredada entre camisas y pantalones; blusas y sayas; toallas y sábanas, volví a preguntarle:
_ Mamá, ¿si la Luna da muchas vueltas se cae? Sin dejarle contestar seguí preguntando: _ ¿se rompe?
_La Luna se parece mucho a ti. _me dijo. Es como una gran pequeña, alegre y preguntona. Sale a pasear en las noches para cuidar de nuestros sueños. Baila, gira, brilla, canta. Mientras cumple su tarea, dando vueltas alrededor de la tierra, mirándole siempre de frente y directo a los ojos. Es hermosa, mucho más pequeña que la Tierra, y aunque la veas brillante, realmente es oscura.
Otra pregunta tuve que hacer _ Si anda tan sola es porque no tiene amigos. ¿El Sol no es amigo de la luna? Insistí preocupada.
Entonces mamá  me contó esto que les quiero contar:
_ Claro que si mi niña, tiene muchos amigos que forman el Sistema Solar. Presta atención: Un domingo, la Luna quiso jugar con su amigo el Sol, adelantando todos los relojes del Universo dos horas. ¡Juguetona, vanidosa! quería estar más tiempo danzando alrededor de la tierra.
Tanto tiempo estuvo danzando, que los abuelos… y las abuelas también, decidieron escribir una protesta al Planeta Tierra, que es el responsable del Sistema Solar. En la carta, las mamás explicaban que el tiempo pasaba y pasaba, sin que pudieran secar la ropa que habían lavado el día anterior. Casi llegaba el lunes y los niños y las niñas no tendrían listos, sus uniformes escolares. Tampoco los adultos saldrían a trabajar. ¡ Y el mundo se pararía!
 Porque mientras la Luna trabaja alumbrando la noche, el Sol cumple las tareas de darnos luz y energía, durante el día. El Sol es la Estrella, de todos los planetas. Desde allá arriba controla el día y la noche. Muchas más tareas importantes, tiene para cumplir el Sol.
Cuando ya se acercaban los relojes al nuevo día, el Sol aún no estaba listo. Entonces la Tierra que danza más rápido que la Luna, tomó al Sol por uno de sus rayos y lo colocó en su lugar. Justo delante de la Luna, y antes de la hora acostumbrada.
Todos en  el Planeta Tierra, corrieron y corrieron a cumplir  la misma tarea. Esa que me  dejarás tú hacer ahora mismo y antes de que se oculte el Sol.