Me impresionas cuando te escucho afuera hablando de nuestra tierra esa que nos vio nacer, hasta me espanto de tus juicios que aún pudiendo ser categóricos o absolutos, tan solo son negativos.
Como si nada fuera bueno, ni quienes allí dejaste ni lo que allí viviste. Divagas en tus pesadillas por la falta de valor para asumir tus sueños.
La tierra, gran madre, donde guardas historia, seres amados, el tú y el yo.
Allí está todo; los saberes para seguir adelante, cuánto has sido.¿Cómo entonces alzar la voz contra valor y amor?
La vida viene y va como las olas, un día colocas la cabeza al norte otro al sur, moviéndote en un mismo sitio. En un momento partes, inconforme con tan solo colocar la cabeza quieres girar el cuerpo, avanzar a nuevos, diferentes horizontes. Nuevos nortes, nuevos sures.
Te mueves como el mar para conocer o conocerte; girar voltear. Y no te culpo, al cuerpo le es inherente el movimiento.
Una vez logras el sueño anñoras tus pesadillas. ¿Ves? las olas retornan siempre a la misma orilla.
Piensas en ello,más solo sueñas hasta que empeñado giras despierto.
Es cuando tus juicios cambian para justificar el encuentro con la orilla, con tu historia, con tu sueño, son distintos, porque necesitas, justificarte a ti mismo moverte a los orígenes y nadie cree que viajes al encuentro de las pesadillas donde dejaste carne de tu carne.
Mios,tuyos, nuestros.
Un mar de cosas llenan tu mente.
Qué pasó? cómo y cuándo decidiste hacer girar el cuerpo al norte o al sur.
Te invaden culpas, vacíos por la ausencia, sentimientos por lo viejo que es desde ese instante nuevo. Porque al despertar tu ya no eres tú y siendo tú eres diferente. Ellos y ellas ya no serán más los mismos, ni lo serás tu para ellos, aunque sepan que eres el mismo.
Cambiado el mar de sueños por un mar de cosas, despiertas de tus sueños en la orilla opuesta pero ya no olvidas que es tuya, mía,nuestra.