noviembre 17, 2013

Amistad

Amistad:
Desde la casa de mi amiga Rosita se ve el mar. Por eso y porque es mi mejor amiga, me gusta visitarla. ¡Estamos juntas desde el círculo infantil! Mi mamá y su mamá, son amigas, como nuestras abuelas y hermanos.
Mamá dice que casi somos familia. Nos queremos mucho y nos llevamos bien. Mi papá, cuando salimos juntos, pregunta: ¿Marineros, listos? todos contentos respondemos ¡Sí! Entonces papá como si fuese el capitán de un barco lleno de amigos, con emoción vuelve a gritar: ¡Pues… a la mar! todos reímos contentos.
Hace unos días mientras Rosita y yo jugábamos entretenidas, Abuela nos dijo que éramos muy dichosas. ¿Dichosas? Preguntamos las dos a la vez porque ninguna entendió esa palabra, así que mi Abue, nos contó esta historia:
Érase una niña llamada María que vivía con su mamá y su hermano  en un lugar muy distante. Al hermano no le gustaba jugar con María, disfrutaba solo cazando mariposas. La niña  rogaba que no lo hiciese, las mariposas eran muy buenas y su única compañía por eso María siempre estaba triste.
Un día cuando el hermano de María se alejaba, una mariposa roja se acercó y le dijo: __ María, por qué no invitas a tu hermano a ver el mar. Aunque María recordó que su hermano no conocía el mar, contestó que no porque la dejaría allí sola sin nadie con quien jugar. Pero la Mariposa insistió: __ Prueba y verás no te arrepentirás.
Como María era buena llevó a su hermano a conocer el mar. Tanto le gustó el paseo a su hermano, que hasta la invitó a jugar en la arena. Al otro día visitaron a María, nuevas mariposas. Una con alas muy  rojas le dijo: María eres una buena hermana. Mañana pedirás de nuevo a tu hermano que no case más a las mariposas. Invítalo a nadar al río, le hará bien.
María siempre triste contestó: __ Aunque le explique muchas veces que está maltratando a las mariposas, no lo entenderá. Y en el río sola me dejará, sin nadie con quien jugar.
Entonces la mariposa azul muy bajito le pidió: __ Al río lo llevarás, porque allí dichosa tú también serás.
María sin comprender con su hermano se fue al río. Sorprendida allí encontró muuuchas niñas. Grandes, pequeñas, delgadas, gorditas, rubias, trigueñas. ¡Con lazos o sin lazos! pero todas ellas, gritaban su nombre  invitándola a jugar.
Desde entonces María, es una niña dichosa, que tiene ¡muchos amigos!
La amistad, es un tesoro que debemos compartir y disfrutar. Quien tiene amigos, será siempre dichoso.
Ahora saben ustedes por qué, Rosita y yo somos tan dichosas.

octubre 17, 2013

Ruperta la rana que no sabía leer

En un pequeño charco de un lejano lugar llamado Truakaté vivían tres ranas viajando de una orilla a otra sobre las hojas que caían en la charca. Rania, la mayor, Renata la del medio y Ruperta la más pequeña de las tres hermanas. Una mañana Ruperta encontró flotando en la charca, una hoja grande con un hermoso dibujo. Llena de curiosidad, preguntó a sus hermanas dónde quedaba el lugar que aparecía pintado en la hoja. Pero no le supieron responder porque nunca habían salido de la charca. Ni siquiera para ir a la escuela. Ninguna de ellas sabía ni leer. Un día llegó a la charca un caballo ansioso de sed. Ruperta le ofreció cuánta agua quisiera beber a cambio de que la llevara a conocer el mundo. Viajaron días, meses y años enteros por campos y ciudades, visitaron pueblos, casas y sembrados. Conversaron con cuantos animales en el camino encontraron. Y así fue cómo Ruperta descubrió que para conocer el mundo, debía aprender a leer y a escribir. Entonces le pidió a Lucero su compañero de viaje que la llevara a la escuela, pero Lucero le dijo: __No quiero, estoy cansado y viejo. Ya no puedo cabalgar. A la mañana siguiente Ruperta sin despedirse de nadie se marchó, tenía mucho que saber. Volvió a recorrer los campos preguntando a todos dónde encontrar una escuela para aprender. La mariposa le dijo: Pues yo, nada sé. El XXX mirándola sonriente le respondió: __ y a ti que falta te hace leer y escribir. El tigre rugiendo desde lo alto de una montaña con desprecio le gritó: __ No seas vanidosa poca falta te ha de hacer, lo que quieres aprender. Ruperta decidida a conocer mejor el mundo, saltó por una ventana, a la casa de Anita una niña perezosa a la que para nada le gustaba estudiar. Cada día al acostarse Anita, Ruperta sacaba los cuadernos de la mochila y después de estudiar la clase realizaba los ejercicios de la tarea. Anita perezosa como era entregaba cada día los cuadernos para que la maestra los revisara, feliz porque nadie tenía quejas de ella sin enterarse siquiera lo que estaba sucediendo por las noches en su cuarto. Un día satisfecha Ruperta de cuanto ya de este mundo sabía, se marchó de nuevo a su charca. La maestra mandó a buscar a los padres de Anita y les contó lo sucedido: ¡Anita había vuelto a ser “la perezosa”! Los padres para que la niña no se quedara sin saber cuánto de interesante podemos aprender en la escuela, le contaron la historia de una valiente rana llamada Ruperta quien había viajado el mundo entero porque solo quería aprender. Desde entonces Anita decidió ser tan valiente y estudiosa como la rana Ruperta, sin sospechar que gracias a ella era Ruperta la rana más inteligente y estudiosa del mundo.

agosto 18, 2012

Las sirenitas:



¿Quién dijo que soy cuentera? ¡De eso nada! Yo solo cuento lo que me cuentan. Tampoco pueden decir que soy chismosa. ¡Nooo! Ya les dije, cuento lo que me cuentan. Sin agregar puntos, ni comas. Mucho menos, palabras.
Tal y como lo dicen, lo digo.
Ahora que digo esto, recuerdo un cuento que contó mi amiga Nayi, el día que mi maestra, prometió hablar acerca del “género”.
Mi amiga no es de mi aula, porque es mayor que yo. Así que le pregunté si conocía esa palabrita, porque nada más decirla la maestra, el aula enterita se quedó como en las nubes. ¡Sin saber nada!
Nayi que es tremenda fantasiosa me contestó: __Aaah, tu maestra seguro les explicará, por qué somos diferentes pero iguales. Ahora, escucha este cuento:
Mercedes es una niña a la que le gusta jugar también con los varones y, por eso sus amigas le reprochan. Hasta se burlan de ella llamándola: “marimacha” porque igual está en los juegos de pelotas, que en el de las muñecas.
Un día en que jugaba con sus amigos en la playa se cayó a la orilla del mar, decidida comenzó a nadar, sin alejarse mucho de la orilla, es muy peligroso.
Nadando se encontró con dos Sirenitas. Una reía sin parar, mientras la otra lloraba. La niña dispuesta se acercó a la que lloraba preguntando: __Sirenita ¿Por qué lloras? La sirenita entre lágrimas le explicó que lloraba, porque amaba la diferencia.
Pero Mercedes nada entendió, así que la sirenita que reía sin parar, le explicó:
En el mar como en la tierra, hay una gran familia en la que todos son iguales pero también diferentes. Por ejemplo: el gallo y la gallina; pájaros y pájaras; conejas y conejos. Tantas diferencias que las hemos visto hasta entre las casas y los edificios, que aunque sirvan para cobijarse, no son lo mismo.
Mercedes seguía sin entender nada, por eso la sirenita miró a su amiga, que dejando de llorar protestó:
__ A ver, es muy simple ¿crees que es lo mismo ser hembra que varón? O… gato que gata. ¿No me dirás que son iguales tú mamá y tú papá?
La niña sonriendo, entendió que ellas hablaban de las diferencias de sexo. ¡Claro que entendía! si por eso sus amigas le llamaban “marimacho”. Entonces fueron las sirenitas quienes se quedaron sin entender.
Mercedes les contó, que en la tierra algunas niñas consideran que no deben jugar con los varones y a algunos de ellos, no les gusta jugar con las niñas. Hasta les llaman “el sexo débil”, por algo a lo que los adultos llaman género.
Como ella sabe, que todos somos iguales. Con los mismos derechos y deberes, no tiene diferencias para jugar con sus amigos y amigas. Juega, con quien quiere y a cualquier cosa que le pueda gustar.
La “sirenita sonriente”, como Mercedes llamó a la que ríe, quedó asombrada, pero la “sirenita llorona”, retornó a su llanto. Esta vez con más y más fuerza.
La niña intentando calmarla comenzó a alabar a las sirenas: Fíjense en ustedes son tan diferentes, que pertenecen a dos tipos de especies, son mitad humanas y mitad animal. ¡¿Vaya cosa rara la de ustedes?!
La “sirenita llorona” convirtió sus lágrimas en quejidos cada vez más fuertes. Mientras Mercedes continúo hablando de las diferencias y hasta de las semejanzas.__ Se han fijado ustedes en las jirafas, qué cosa, todas se identifican en femenino: ¡Las jirafas! Pero entre ellas, las hay hembras y también varones. Todos y todas, son tan bonitos.
También__ continúo Mercedes dando rienda suelta a su lengua__ No es lo mismo… ¡un niño que un animal! Vaya con las diferencias. Si porque siendo de especies tan diferentes, miren ustedes, pueden jugar juntos. Mi mamá y mi papá son iguales y aunque hagan las mismas tareas son diferentes, aunque como son personas, entran en la misma especie.
Fue entonces cuando la sirenita dejó de llorar. Sería, muy pero que muy seria. Algo molesta, dijo a Mercedes:
__ Sabes mucho, tanto que estoy segura podrás decirme por qué si el femenino de niño es niña; el de conejo es coneja; el de león es leona; el de papá es mamá, el de nuestra especie es… ¡Tritones!? Debiera ser sireno. Si es que somos tan iguales, aunque diferentes y estamos en la misma especie… ¡Sireno debiera ser!
Mercedes más que apenada por no saber qué responder, llena de vergüenza en voz baja contestó: __ será porque no es lo mismo, aunque sea igual. Es mejor averiguar.
Cabizbaja salió del agua llena de dudas, pero contenta de saber que al día siguiente tendría tema para conversar con su maestra. ¡Nadie mejor que ella podría ayudarla!
Mi amiga Nayi terminó el cuento tratando de adivinar lo que yo había comprendido. Por eso, “feliz como perdiz”, le contesté:
__ Gracias amiga, como Mercedes esperaré a mañana la explicación de mi maestra__
No se dijo más, me alejé a jugar pelota con un grupo de mis amigos, en los que había varones y hasta hembras.

“Cuando mi mamá lava”



_Mamá, ¿quién es la Luna? Pregunté este Domingo al levantarme, justo después de la salida del Sol.
_La Luna es un satélite de la tierra. _ dijo ella trajinando en la cocina. _ ¿Y qué significa la palabra satélite? Quise entonces saber yo.
_ Verás, imagina que estás en el cielo dando vueltas y vueltas despacito sin parar, alrededor de la tierra. Eso es un satélite, un cuerpo que gira alrededor de un planeta. Contestó mi madre mientras recogía la ropa sucia para lavar, como todos  los domingos bien temprano.
Entonces imaginé ser la Luna, y dando vueltas muy lentas pero cada vez más vueltas, caí de repente al suelo mareada  sobre el bulto de ropas, que mamá tenía ya a su lado para comenzar a lavar.
Enredada entre camisas y pantalones; blusas y sayas; toallas y sábanas, volví a preguntarle:
_ Mamá, ¿si la Luna da muchas vueltas se cae? Sin dejarle contestar seguí preguntando: _ ¿se rompe?
_La Luna se parece mucho a ti. _me dijo. Es como una gran pequeña, alegre y preguntona. Sale a pasear en las noches para cuidar de nuestros sueños. Baila, gira, brilla, canta. Mientras cumple su tarea, dando vueltas alrededor de la tierra, mirándole siempre de frente y directo a los ojos. Es hermosa, mucho más pequeña que la Tierra, y aunque la veas brillante, realmente es oscura.
Otra pregunta tuve que hacer _ Si anda tan sola es porque no tiene amigos. ¿El Sol no es amigo de la luna? Insistí preocupada.
Entonces mamá  me contó esto que les quiero contar:
_ Claro que si mi niña, tiene muchos amigos que forman el Sistema Solar. Presta atención: Un domingo, la Luna quiso jugar con su amigo el Sol, adelantando todos los relojes del Universo dos horas. ¡Juguetona, vanidosa! quería estar más tiempo danzando alrededor de la tierra.
Tanto tiempo estuvo danzando, que los abuelos… y las abuelas también, decidieron escribir una protesta al Planeta Tierra, que es el responsable del Sistema Solar. En la carta, las mamás explicaban que el tiempo pasaba y pasaba, sin que pudieran secar la ropa que habían lavado el día anterior. Casi llegaba el lunes y los niños y las niñas no tendrían listos, sus uniformes escolares. Tampoco los adultos saldrían a trabajar. ¡ Y el mundo se pararía!
 Porque mientras la Luna trabaja alumbrando la noche, el Sol cumple las tareas de darnos luz y energía, durante el día. El Sol es la Estrella, de todos los planetas. Desde allá arriba controla el día y la noche. Muchas más tareas importantes, tiene para cumplir el Sol.
Cuando ya se acercaban los relojes al nuevo día, el Sol aún no estaba listo. Entonces la Tierra que danza más rápido que la Luna, tomó al Sol por uno de sus rayos y lo colocó en su lugar. Justo delante de la Luna, y antes de la hora acostumbrada.
Todos en  el Planeta Tierra, corrieron y corrieron a cumplir  la misma tarea. Esa que me  dejarás tú hacer ahora mismo y antes de que se oculte el Sol.








octubre 25, 2011

Continuación 2


Mi primera casa:
Mi primera casa fue un sitio  bien calentito y redondo, en el que sin preocuparme por nada, hasta me alimentaron a diario.

En esa, mi primera casa, pasé las horas durmiendo o nadando. Porque mi casa, que era redonda, estaba toda llena de agua. Así que solo, tuve que  ocuparme de flotar.

Viví en ella por nueve largos meses, hasta que un día, sin pedírselo a nadie, abrieron la puerta y un fuerte impulso me empujó hacia afuera.

Tan grande fue el susto que pasé, que aún recuerdo haber llorado mucho y fuerte. Tanto que quienes me rodeaban comenzaron a reír.

Algunos decían cosas graciosas y otros, apurados limpiaban mi cuerpo.

     __ Es un varón. Fue lo primero que escuché decir.

    __ Vamos pequeño, cállate ya, te pondremos cómodo y limpio. Dijo una señora, a quien recuerdo envolviéndome en algo suave, con rápidos  movimientos.

Asustado, con frío, y entre tantas personas que sonreían o hablaban, solo reconocí una voz  familiar a la que le escuché decir susurrando como si estuviese  cansada:

     __ ¿Está bien? ¿No le falta nada? ¿Es varón? ¿Lo puedo ver? Por favor déjenme cargarlo.

La señora que me envolvía se detuvo y me entregó a los brazos de quien pedía sostenerme.

Reconocí entonces un agradable olor a mi casa, y pude ver el rostro más bello y sonriente de cuantos ya conocía. Feliz,  entre aquellos dulces brazos, pensé que había vuelto a mi casa.

Casi dormido sentí a la voz susurrante decir:

      __ Míralo Jorge, es nuestro bebé. Se llamará como tú y le diremos Jorgito. ¿Ves que hermoso es?

Como nadie contestó, no me molesté en abrir los ojos, puesto que tuve una nueva preocupación.

 ___ ¿Qué quería decir la susurrante y cansada voz con eso de: “es nuestro bebé”?. Yo no era de nadie, ni les había pedido que me sacaran de mi casa en la que crecía feliz.

Sin tiempo para averiguar aquellas palabras, apenas sin saber nada de quienes me miraron con tanto amor, otros brazos me cargaron, y una voz que perturbó mi sueño, exclamó alto y rápido:

  ___ ¡Con el signo de Piscis, ha nacido un varón saludable y vital!.

Estaba claro, ese era yo: Jorgito López García.