¿Quién
dijo que soy cuentera? ¡De eso nada! Yo solo cuento lo que me cuentan. Tampoco
pueden decir que soy chismosa. ¡Nooo! Ya les dije, cuento lo que me cuentan.
Sin agregar puntos, ni comas. Mucho menos, palabras.
Tal
y como lo dicen, lo digo.
Ahora
que digo esto, recuerdo un cuento que contó mi amiga Nayi, el día que mi maestra,
prometió hablar acerca del “género”.
Mi
amiga no es de mi aula, porque es mayor que yo. Así que le pregunté si conocía
esa palabrita, porque nada más decirla la maestra, el aula enterita se quedó
como en las nubes. ¡Sin saber nada!
Nayi
que es tremenda fantasiosa me contestó: __Aaah, tu maestra seguro les explicará,
por qué somos diferentes pero iguales. Ahora, escucha este cuento:
Mercedes
es una niña a la que le gusta jugar también con los varones y, por eso sus
amigas le reprochan. Hasta se burlan de ella llamándola: “marimacha” porque igual
está en los juegos de pelotas, que en el de las muñecas.
Un
día en que jugaba con sus amigos en la playa se cayó a la orilla del mar,
decidida comenzó a nadar, sin alejarse mucho de la orilla, es muy peligroso.
Nadando
se encontró con dos Sirenitas. Una reía sin parar, mientras la otra lloraba. La
niña dispuesta se acercó a la que lloraba preguntando: __Sirenita ¿Por qué lloras?
La sirenita entre lágrimas le explicó que lloraba, porque amaba la diferencia.
Pero
Mercedes nada entendió, así que la sirenita que reía sin parar, le explicó:
En
el mar como en la tierra, hay una gran familia en la que todos son iguales pero
también diferentes. Por ejemplo: el gallo y la gallina; pájaros y pájaras;
conejas y conejos. Tantas diferencias que las hemos visto hasta entre las casas
y los edificios, que aunque sirvan para cobijarse, no son lo mismo.
Mercedes
seguía sin entender nada, por eso la sirenita miró a su amiga, que dejando de
llorar protestó:
__
A ver, es muy simple ¿crees que es lo mismo ser hembra que varón? O… gato que
gata. ¿No me dirás que son iguales tú mamá y tú papá?
La
niña sonriendo, entendió que ellas hablaban de las diferencias de sexo. ¡Claro
que entendía! si por eso sus amigas le llamaban “marimacho”. Entonces fueron
las sirenitas quienes se quedaron sin entender.
Mercedes
les contó, que en la tierra algunas niñas consideran que no deben jugar con los
varones y a algunos de ellos, no les gusta jugar con las niñas. Hasta les llaman
“el sexo débil”, por algo a lo que los adultos llaman género.
Como
ella sabe, que todos somos iguales. Con los mismos derechos y deberes, no tiene
diferencias para jugar con sus amigos y amigas. Juega, con quien quiere y a
cualquier cosa que le pueda gustar.
La
“sirenita sonriente”, como Mercedes llamó a la que ríe, quedó asombrada, pero
la “sirenita llorona”, retornó a su llanto. Esta vez con más y más fuerza.
La
niña intentando calmarla comenzó a alabar a las sirenas: Fíjense en ustedes son
tan diferentes, que pertenecen a dos tipos de especies, son mitad humanas y
mitad animal. ¡¿Vaya cosa rara la de ustedes?!
La
“sirenita llorona” convirtió sus lágrimas en quejidos cada vez más fuertes. Mientras
Mercedes continúo hablando de las diferencias y hasta de las semejanzas.__ Se
han fijado ustedes en las jirafas, qué cosa, todas se identifican en femenino:
¡Las jirafas! Pero entre ellas, las hay hembras y también varones. Todos y
todas, son tan bonitos.
También__
continúo Mercedes dando rienda suelta a su lengua__ No es lo mismo… ¡un niño
que un animal! Vaya con las diferencias. Si porque siendo de especies tan
diferentes, miren ustedes, pueden jugar juntos. Mi mamá y mi papá son iguales y
aunque hagan las mismas tareas son diferentes, aunque como son personas, entran
en la misma especie.
Fue
entonces cuando la sirenita dejó de llorar. Sería, muy pero que muy seria. Algo
molesta, dijo a Mercedes:
__
Sabes mucho, tanto que estoy segura podrás decirme por qué si el femenino de
niño es niña; el de conejo es coneja; el de león es leona; el de papá es mamá, el
de nuestra especie es… ¡Tritones!? Debiera ser sireno. Si es que somos tan
iguales, aunque diferentes y estamos en la misma especie… ¡Sireno debiera ser!
Mercedes
más que apenada por no saber qué responder, llena de vergüenza en voz baja contestó:
__ será
porque no es lo mismo, aunque sea igual.
Es mejor averiguar.
Cabizbaja
salió del agua llena de dudas, pero contenta de saber que al día siguiente tendría
tema para conversar con su maestra. ¡Nadie mejor que ella podría ayudarla!
Mi
amiga Nayi terminó el cuento tratando de adivinar lo que yo había comprendido. Por
eso, “feliz como perdiz”, le contesté:
__
Gracias amiga, como Mercedes esperaré a mañana la explicación de mi maestra__
No
se dijo más, me alejé a jugar pelota con un grupo de mis amigos, en los que había
varones y hasta hembras.