abril 20, 2011

Teca tete:

 Por esa forma que tiene Tato de trabajar, es que todos sentimos orgullo de tener un cartero tan especial.
Es que además de vender la prensa temprano, repartir cartas y bultos, casa por casa,  se ocupa de visitar a cuánto enfermo hay en el pueblo, cada día.
¿Dónde han visto ustedes un cartero como Tato?
Les hablo de Tato, porque sucede que es un día especial, Teca lleva semanas anunciando que espera un regalo de sus tías, las que viven en la ciudad.
Por eso hoy, cada uno de nosotros trata de cruzarse con Tato en el camino a la escuela, prestando  atención a su pregón.
Nos importa Tato claro, ya les dije que es muy bueno, pero lo que nos interesa es el dichoso paquete, del que Teca nuestra amiga no deja de comentar.
Anastasia le hizo prometer, que cuando llegara el regalo nos lo enseñaría.
A José Rolando, Alberto y a mi, para nada nos interesa el contenido del regalo. Lo único que queremos es que terminen los motivos, para que cada día la cuentera, hable de lo mismo. ¡Vaya si nos marea!
Escuchen ustedes, el enredo que formó con  Mari Pili, la vecina del jardín lleno de rosas,  para dejar al fin, cerrado el tema.
Porque ya saben ustedes que la señora Mari Pili, es algo sorda.
Resulta que andando juntos camino de la escuela, Mari Pili  barría la entrada de su jardín cuando alegre nos saludo: __ Buenos días pequeños, apurados van  a la escuela, claro para llegar puntual. ¿A qué si?
Todos, o mejor casi todos contestamos afirmativamente menos, la cuentera, quien tenía que dar a su respuesta, un toque de misterio tan solo para llamar la atención, de la pobre anciana.
__ Mire usted Mari Pili, hay que llegar puntual, más es probable que yo llegue un poco tarde, es que espero el paquete que me van a regalar.
Mari Pili, dejó su escoba y espantada contestó:
__ ¿Cómo?  tan grande te regalaran un chupete. ¿Eso lo sabe tu abuela?
 Todos comenzamos a reír, menos la Teca, que ofendida y con la mayor importancia, insistió:
__  No es un chupete, si no un paquete.
__ Claro hija, ya sé yo que un chupete es un tete.
__ Mire usted, lo que Tato, el cartero, me traerá, no es un tete, ni un chupete. ¡Es un paquete!, que me van a regalar.
__ Y porque Tato te hará un trueque? ¿para qué quiere Tato hacerte un trueque por un tete?
__ Mari Pili, el pa-que-te, me lo van a regalar.
__ ¿Y por qué Tato te habrá de abrazar?
Notando todos que nuestra Teca perdería la paciencia, conociendo además, que no llevaba sus grandes bolsillos para simularse entretenida, como  hace con  nosotros al enredarnos con  sus cuentos, nos fuimos a clases, cansados de  reír.
Por única y primera vez, a la cuentera no habría cuento que la salvara.
Ya en la tarde, al regreso de la escuela José Rolando muy serio, le preguntó:
__ ¿Teca, por fin Tato cuántos tetes te trajo con el paquete?
Ella, intentando no dejarse vencer, abrió su cartera escolar y mirándolo seria, le contestó:
__ Pues resulta que cuando Tato regresaba de su recorrido, tratando aún yo, de explicarle a Mari Pili que los tetes no...
  __ Tecaaa, cuentos de tetes si que no. La interrumpió Alberto, puesto de acuerdo con José Rolando.
Mi amiga hasta se asustó.
Y resultó que durante más de una semana, la llamaron en el pueblo, la Cuentatete en vez de la Cuentacuentos, Jajajajaja. Nada que al fin le tocó.

abril 14, 2011

Hojas y faldas tras la fuente



La tarde estaba nublada cuando salíamos de la escuela. El aire como en otros días, seguro levantaría las faldas de cada una de las niñas de nuestro grupo, así que los varones, fuimos listos a mirar. Aunque nos diera vergüenza.

Escondidos tras el flamboyán del centro del pueblo, José Rolando, Alberto y yo, esperamos a que salieran. Mientras, soplaba el viento con más fuerza, las hojas llenaban la plaza y hasta caían dentro de la fuente unas tras otras formando una capa como un colchón, hasta tapar el agua. Primero parecían lanchas o peces, después una inmensa tapa. Aquello distrajo mi atención, pero José Rolando, me recordó nuestro interés cuando ya salían, las primeras chicas de la clase.

Anastasia, la rubia de largas trenzas, fue la primera, pero, con ambas manos sostenía su falda. Imposible ver nada. ¡Que vergüenza, madre mía! pero me quedé junto a mis amigos, la espera prometía buen espectáculo.

Las hojas seguían cayendo sobre el agua de la fuente, el hermoso colchón de hojas, verdes, amarillas y carmelitas seguía aumentando su tamaño. Me resultaba entretenido, así que continuamente Alberto, pellizcaba mi brazo, porque seguían saliendo unas tras otras, nuestras compañeras. Más, todas apretaban con fuerza, sus faldas.

Esto también resultaba extraño, tanto como el colchón o la tapa de hojas, porque nunca había pasado, siempre que el aire del norte batía, las faldas dejaban ver los muslos de todas las chicas. Qué raro, siempre sucedía, menos hoy.

Sin darme cuenta me distraje otra vez con el colchón de la fuente. Una rápida sombra, tras el delfín del centro, apoderó mi atención. Sentí una carcajada burlona así que miré con detenimiento. Es más, decidí salvar los 2 o 3 metros que me separaban del lugar.

¿Saben a quien encontré? A nuestra Teca. Agazapada, tras el monumento del centro de la fuente y riendo con exceso de picardía, estaba nuestra cuentera.

La sujeté fuerte por ambos brazos y llamé a mis amigos, como de costumbre su actitud dejaba la sospecha de, “gato encerrado”, como decía siempre Alberto cuando de Teca se trataba.

Teca, no dejaba de reír, cada vez con más fuerza y hasta con gusto, así que Alberto comenzó a interrogarla:

_ De qué te ríes tú, gordita_ preguntó serio y algo molesto, ya sospechaba de ella.
_ ¿Yo? de nada, porque tendría que reír, de algo que tuviera que ver con ustedes_ contestó como si nada.

No nos dimos cuenta, pero a nuestro alrededor ya estaban las niñas de nuestro grupo, y lo peor todas reían. Soltamos a Teca y miramos fijo a los ojos de cada una, Anastasia, María y Ana Paula. Ellas sin embargo, miraban a Teca sonrientes.

Rápido José Rolando, quien ya sabemos es un lince y se las lleva todas en un santiamén, presintió lo sucedido, así que apresurado y molesto dijo:

_ Vamos que como siempre, la cuentera se nos adelantó con el cuento.

Nunca nos enteramos cómo Teca supo que esperábamos fuera a que el aire, elevara faldas como papalotes. Mucho menos en qué momento, había alertado a las chicas.
Eso sí desde ese día, cuando el aire soplaba con fuerzas, al menos yo, me conformaba con ver crecer el colchón de hojas, verdes, carmelitas y amarillas, en la fuente del pueblo.

A los otros no sé, pero a mi no me gustan los enredos con Teca, mi amiga la cuentera.

abril 05, 2011

Los libros, libros son.

La abuela se fue al pueblo, esta vez pasaremos una semana separadas. Esta vez tendré que leer para mi sola los cuentos.

Lo peor de todo es que no se cuál leer, ha dejado un montón de libros  separados para mi.

Rogó tres veces que no dejara de leerlos, pues para su regreso tendríamos tiempo de comentarlos. Así que estoy pensando por cuál empezar. Los títulos no llaman mi atención, aunque el compromiso con Abue es  fuerte, no puedo fallar.

Realmente no son tantos, a ver, uno, dos, tres, cinco, menos mal tan solo son 6 para 21 días que abuela estará fuera.

Muchas páginas me parecen, pero lo intentaré.

Comenzaré por este, es el que menos páginas tiene y más ilustraciones, parece el más entretenido, se llama... no importa es muy largo el título. Debe ser aburrido. Mejor este otro, uf! 65 tiene en la última página y sin diálogo con lo bien que me saben las conversaciones... no este tampoco. Además es negro oscuro. Puede que sea de misterio a la abuela le gusta que lea cosas de piratas, investigadores, historia antigua, misterios. A mi eso no me sirve para nada.

Deja ver.. este tiene... 20 páginas ¡ah! pero es de poesía, eso es para Anastasia. Dicen que la poesía es cosa de enamorados. Como ella lo está de José Rolando, se lo prestó y ya me cuenta  de que va la cosa para cuando regrese la abuela.

A mi me cae bien Alberto pero no estoy enamorada. Cuando mamá se enamoró abue dijo que había perdido la cabeza. Así que yo, no estoy enamorada, aún tengo la cabeza sobre los hombros.

Este... parece mejor que los otros, deja ver, ¡si! tiene diálogos, ilustraciones, solo 12 páginas y parece, no lo parece es un diario. Pero... no tiene final le faltan páginas. Por qué lo dejó aquí la abuela si no tiene final. ¿Habrá perdido la cabeza? No, ella no está enamorada.

Ya sé que hacer, leeré el principio, el medio y el final de cada uno.

Cuando la abuela llegue sabré un poco de cada uno, para los comentarios. je je  je je.

Eso mismo ¡manos a la obra!

abril 01, 2011

TECA, CUENTAS Y HADAS:


Loca que es ella, no pongan esa cara, estoy hablando de mi amiga Teca, mira que decir que en el almacén viven hadas.
Aunque lo mejor de todo no es su locura. Esa es más que pequeñita. La grande y verdecida, es la “guayaba” de decirnos que todos los días ella conversa con las hadas.
Óiganme lo que uno tiene que aguantarle a los amigos.
No digo lo que no se debe decir. Ni columnas, perdonen siempre olvido que se dice calumnias. Ni mentiras. Tampoco que me tomen por tonta.
Está bien que haga sus cuentecitos y una pase el rato en el almacén entretenida. Pero de ahí a montarse una película con eso de conversar con las hadas, más que mentira es pura columna, sch… siempre digo mal la palabrita. Ya saben eso de acusar a alguien con maldad y diciendo además una mentira. Mira que afirmar eso de:
    _¡En este almacén viven muchísimas hadas!” – Le zumba lo de la gorda.
A ver vamos a pensar lo que ella dice. Si se fijan bien, hasta exagera en la cantidad. No se conforma con una, tienen que ser, muchiiisimas, las hadas.
Después en mi casa no quieren que diga que los gordos todo lo ven aumentado de volumen como ellos. Digo volumen porque los gordos tienen por todos los lados, alto, ancho y largo. Por todas partes hay masas. Como para ellos las cantidades siempre tienen que ser bastantes, pues allá va ella, a exagerar en todo.
Claro que el almacén se prestaba para cualquier invento. Está en lo alto y al fondo de la Biblioteca de nuestro pueblo, donde nadie nos escucha cuando allí nos reunimos. El espacio es grande, rellenito de cajas de libros, que se elevan unas encimas de las otras casi hasta el techo.
Pegado a las paredes hay estantes con divisiones sobre las que la Abuela Margot, tiene colocados los libros más grandes que he visto en toda mi vida.
Recuerdo una vez en que buscábamos una palabra dificilísima para hacer la tarea y Teca tomo un libro casi del largo de mi brazo, con tapas carmelitas y el ancho más grande que el largo de mis manos. Dijo ella que era algo así como una Enciclopedia. Cuando lo abrimos tenía una dedicatoria con pluma de tinta dorada que decía:
Con mucho amor para Marga, de su hada madrina,Tula. Noviembre de 1907”.
La cosa estaba clara, todos sabíamos quien era Marga, pero lo que más llamó nuestra atención en primer lugar, fue eso de “su hada madrina” y lo más raro el año 1907. Matemáticamente se darán cuenta que la abuela Marga, no debía estar viva en ese año. Oigan que desde entonces han pasado como 100 años.
Todos miramos a Teca y al mismo tiempo comenzamos a preguntarle cosas:
    _De 1907 hasta ahora van…- sacaba cuentas pensativo José Rolando, negando con su cabezota- no si es que no podría ser-.
    _Marga fue a la escuela con mi abue, que tiene 67, esto esta raro- anunciaba Alberto. _ Será que eso lo escribió pudiera, pudiera ser… pero...
    _Aquí hay alguna cuenta mal_exclamaba Anastasia, que siguiendo la lógica de Alberto ya pensaban mal de Teca.
Todos nos quedamos mirándola, yo como la conozco, simplemente callé para esperar de que lado de su cabeza se sacaría la idea, para alumbrar su nuevo cuento.
Ese día Teca llevaba una bata azul con dos grandes bolsillos a los lados, en los que rápidamente comenzó a buscar algo. Nadie se movió de su lugar, quietos, tranquilos, esperábamos por donde empezaría la historia. Pero ella, como siempre que quería sorprendernos, bajo la cabeza y se entretuvo en mirar dentro de sus bolsillos.
Alberto, el desesperado Alberto que no le dejaba pasar una, ni verde ni madura, habló por todos:
_¿Vas a aclarar o no? Empieza, en que año nació tu abuela, quien es esa hada madrina. Y no vengas con cuentecitos que aquí hay gato encerrado_.
La Teca, nos miro de nuevo seria, agarró su bata por cada lado y se sentó con las piernas cruzadas y la cabeza gacha para comenzar diciendo:
Hacía maravillas el hada madrina, cuentan que en una ocasión en que al servir la mesa recordaron que a la abuela Marga no le gustaba el garbanzo, dándose cuenta que ya era tarde para encontrar una solución, Tula nadie más que ella, sacó de debajo de la mesa un plato de chicharros. Se lo imaginan asombroso.
En otra ocasión en que mi abuela pequeña aún, lloraba desconsoladamente porque se le había perdido su perro Mantequilla, Tula tomo un ramito de crisantemo, lo picó en 10 pedazos, los colocó dentro de un saco grande y lo puso a orillas del río. En menos de una hora cuando se acercaron para ver que había pasado con el invento el saco se movía.
Asombrados se quedaron, los que a aquel acto de magia asistieron cuando vieron salir del saco a Mantequilla. Movía su rabo de un lado a otro como muestra de alegría y agradecimiento.
Pero el mejor día fue el del premio. _¿Premio?acabarás de una vez_ dijo Alberto.
    _Déjala que siga esto se va poniendo buenísimo _rogó Anastasia.
Teca sin prestar atención a los comentarios continúo.
Anunciaron en el pueblo, que darían un premio, a aquel que pudiese convertir la noche en día.
Todos preocupados, dando por imposible aquello que se pedía dedicaron horas a pensar.
Así que tumbadas al sol en las tardes de domingo, sobre la ladera de la montaña del pueblo, mi abuela y su hada madrina Tula, se dedicaban a pensar en cómo lograr aquello que pedían. Convencidas de que algo podrían hacer por ganarse aquel premio.
    _¿Y que era el premio?_ preguntó inocente María.
Abue Marga es hija de Clemencia, la hija de Tula por lo que mi abuela Marga, es bisnieta de mi bisabuela Clemencia que es hija de mi tatarabuela Tula. A mi abuela le pusieron ese nombre por Tula que desde pequeña le encantaba cambiarse los nombres, por lo que decía a todos que en vez de llamarse Tula, se llamaba Marga y…
    _¡Aguanta un momento!_ gritó Alberto con énfasis, eso huele a enredo, a mi no me vas a tupir. O aclaras cuántas Tulas y cuántas Margas hay en este rollo o no entenderemos nada. Dale, empieza por ahí, ya después aclararemos las cuentas.
La Teca despacito, siguió registrando sus grandes bolsillos y sin mirar a nadie continúo su cuento:
Tula, tatarabuela y hada madrina de Marga dicen todos en mi familia que 20 años era maravillosa, linda, inteligente y protectora, como además era hada, eso la hacía mucho más interesante para todos en el pueblo. Así que como todo el mundo se fijaba en ella pasaba mucho tiempo frente al espejo, retocando su cara sin importarle siquiera el desespero de Marga quien le recordaba a toda hora que debían convertir la noche en día.
Una noche cansada Tula de la insistencia de su ahijada le explicó que debía tejer una gran manta con lana blanca de ovejas y sin explicar nada más le entregó las agujas y una gran bola de lana.
Marga sin comprender pasó 100 días tejiendo sin parar, cuentan que debían llevarle los alimentos a la habitación y solo paraba para asearse. Durante todo este tiempo la Tula desapareció del pueblo solo que Marga, interesada en el premio ni cuenta se dio de la ausencia.
Así que justo el día 101 en que la gran manta medía 116 metros cuadrados, faltando solo unos minutos para las 12 de la noche del anterior día para otorgar el gran premio, apareció Tula, revisó la tarea dejada a su ahijada y satisfecha felicitándola le explicó:
    _ Buen trabajo, ahora calladas colocaremos la manta sobre las copas de los árboles del pueblo y verás salir a todos de sus casas.
Así lo hicieron, una vez colocada la manta, Tula colocó una gran bombilla amarilla en el centro que alumbraba con tal luz como la del sol. Abuela Marga quedó asombrada, boquiabierta.
Aquella inmensa luz entró en cada casa para despertar a cuanto vecino dormía, quienes asustados se asomaban a sus puertas totalmente confusos, la noche se había convertido en día. Por eso mi abuela y su tatarabuela ganaron aquel premio.
Justo ahí que terminó su historia se quedó callada esperando el resultado, aquello fue la gran locura, Alberto y José Rolando sacaban cuentas, Anastasia y Ana Paula se quedaron boquiabiertas y María miraba aún la dedicatoria de Tula. Aprovechando tal entretenimiento mi amiga salió despacio del almacén ignorando nuestras dudas, que después de dos horas no habíamos podido aclarar.
Así que a ver si las aclaran ustedes, porque un hada no lo hará ya no las hay y desde ese día cada vez que llegó al almacén miro a todos lados por si aparece alguna.
Vaya y resulta que alguno de ustedes conoce alguna y pueda resolver aquella cuenta de Teca, que ni José Rolando pudo sacar.